Hace ahora un año, el deporte vivía días de incertidumbre por culpa de un virus que se iba expandiendo por el mundo y dejando cada vez más fallecidos. El 11 de marzo, Rudy Gobert, pívot de los Jazz, dio positivo por coronavirus y la NBA tuvo que suspenderse. Un día más tarde se conocía el caso de Trey Thompkins, el paciente cero en la Euroliga. Fue él como pudo ser otro. Era cuestión de tiempo que un positivo pusiera el baloncesto europeo patas arriba.
El Madrid fue obligado a jugar en el Mediolanum Forum de Milán el 3 de marzo cuando el Norte de Italia ya era el epicentro de la pandemia en Europa. El ala-pívot, dados sus comentarios en las redes sociales, fue de los más preocupados de la expedición blanca. Pudo contagiarse en aquel viaje o en cualquier otro lugar, pero su positivo hizo que se suspendiera el choque contra el Estrella Roja previsto para el día 12. La competición ya no se reanudaría.
Thompkins, que prefiere no hablar de todo lo sucedido aquellos días, vive su sexta temporada en el Madrid y la mejor. Las ausencias, además, han multiplicado su importancia. Ya sin Facundo Campazzo, es el segundo jugador con más minutos en la Euroliga (22:23) sólo por detrás de Walter Tavares, es el tercer máximo anotador (9,9 puntos) después del pívot y de Jaycee Carroll y el segundo en valoración (11,3) tras el coloso caboverdiano. Al Clásico llega tras superar un esguince de tobillo. Jugó ante el Zenit, pero descansó frente al UCAM Murcia. Es capital para los blancos.
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