2021年5月9日星期日

Zidane: “Me tienen que explicar la regla de las manos”

 La Liga estuvo cinco minutos temblando entre dos penaltis, como una pelota de tenis en el canto de la red, mientras el VAR revisaba una repetición tras otra en una salita en Las Rozas. El marcador decía 1-1 camisetas de futbol baratas, a 20 minutos para el final. Primero fue todo fulgurante y después se detuvo el tiempo mientras se calentaba el aire en la grada donde se sentaban suplentes, lesionados y empleados del Madrid y el Sevilla. Gritos, tensión y González González hablándole a Martínez Munuera por el pinganillo. El fulgor se había producido en juego, de área a área.




Un córner del Sevilla terminó en el hombro y la mano de Militão, fuera de la vista del árbitro. Esa cadena de rebotes terminó en las botas de Vinicius, que echó a correr, como casi toda la noche, otra vez máxima amenaza del equipo, de vuelta a su sitio en la banda izquierda. El brasileño dejó la pelota a Benzema para una larga carrera de 50 metros por un páramo desierto, al final del cual aguardaba Bono, el portero del Sevilla. El francés llegó ante él, le regateó hacia la derecha y el guardameta lo tumbó. Martínez Munuera pitó penalti. Una falta muy clara. Nada que discutir. Pero antes de que Benzema se levantara de la hierba, el árbitro ya estaba pendiente de lo que le susurraban en el auricular. La inquietud se extendió en seguida por todo el Alfredo di Stéfano.



Benzema seguía sentado en el suelo cuando el grupo de futbolistas del Madrid lesionados había alcanzado a ver todas las repeticiones de esa caída y se había dado cuenta de que el parón en el partido no venía de las posibles dudas generadas por ese lance, sino de un lugar situado a 100 metros de allí, el área de Courtois. Vieron el balón rebotando hasta terminar camisetas de futbol en la mano de Militão y los gritos de Ramos empezaron a contar la historia de lo que estaba sucediendo. “¡La misma de la primera mitad, la misma!”, decía en referencia a otra jugada en la que un rebote había terminado en el brazo plegado de Jordán. Tenía un aire pero un aire lejano.


“¡De espaldas! ¡Está de espaldas!”, probó entonces a gritar Ramos. “¡De espaldas! ¡No se le puede pitar!”. Las quejas se repetían en el lado blanco del graderío mientras Martínez Munuera seguía atento a lo que le decía González González desde la sala del VAR, donde la Liga latía en el limbo. “¡La misma de la primera mitad!”, decían unos. “¡De espaldas, está de espaldas!”, otros. La tensión subía mientras pasaban el tiempo y las repeticiones, como algunos se imaginan pasar fragmentos escogidos de vida en el escalón anterior a la muerte.


Se le escapaba el título al Madrid, más con cada paso con el que se acercaba el árbitro a la pantalla del VAR en el campo, donde terminó viendo que sí, que Militão se encontraba de espaldas, y que sí, que el balón le daba en la mano, y que sí, que le parecía penalti.


Así que, ya con Benzema incorporado, se tiró desde los once metros, pero no en el área en la que había caído el francés, y que ya había tenido tiempo de abandonar en los casi cinco minutos de deliberaciones, gritos y desesperación. Lo marcó Rakitic, y se extendió la impresión de que ahí había volado la Liga que el Madrid había parecido tener en la mano después del empate del Barcelona-Atlético en el Camp Nou el sábado.



La situación la resumió después Emilio Butragueño, director de relaciones institucionales del Madrid: “Hay que ponernos en contexto en lo que significaba el partido para nosotros. Teníamos el partido en ese momento, después de haber anotado, con una energía favorable, y ha llegado esta jugada. Militão no ve la pelota, claramente. Tampoco hay un jugador del Sevilla que vaya a rematar. El balón iba a Miguel, que iba a despejar. No es ocasión manifiesta de gol, es una decisión muy importante, que tiene una influencia que puede ser decisiva en la Liga”, dijo.


Pelear hasta el final

Los rescoldos de ese fuego llevaron a Zidane a hacer algo desacostumbrado en él al terminar el encuentro: se fue al centro del campo a hablar con el árbitro, en compañía de Kroos, que se señalaba el brazo. Confesó que estaba “muy enfadado”, y contó su visita a Martínez Munuera: “Hablé con el árbitro, le pedí una explicación, me la ha dado y ya está. Me ha dicho que en la mano de Militão había mano y en la otra no había nada. Pita él”, dijo todavía a pie de campo.


Algo más tarde, en la sala de prensa, aún no se le había pasado: “No entiendo. Si hay una mano, hay mano de Militão y otra del Sevilla. No me ha convencido lo que me dijo. Es lo que hay, y lo que pita él. Nunca hablo de eso, pero hoy estoy enfadado, claro, porque me tienen que explicar las reglas de las manos”, dijo.


Pasar de un penalti a favor a uno en contra pudo cambiar el signo de la Liga cuando el entrenador francés pensaba que equipo había merecido más: “Sobre todo en nuestra segunda parte, que ha sido espectacular. Nos costó arrancar los primeros 25 minutos, pero la segunda parte fue muy buena”, afirmó. “Vamos a pelear. Faltan tres partidos”.



Después del lío, el Madrid, como tras el desconfinamiento, como cuando jugaba en el Bernabéu y en el Bernabéu comprar camisetas de futbol baratas había público, volvió a agarrarse a las escasas briznas que le quedaban. Toni Kroos enganchó un tiro lejano y la pelota terminó en la red. No fue un gol limpio, en duda entre Diego Carlos y Eden Hazard. En una noche de dudas y repeticiones sin fin, harán falta aún algunas para determinar si finalmente no habrá sido el belga, tan desaparecido, quien rescató lo poco que le quedaba de Liga al Real.

La Liga de Hitchcock

Esta Liga es una montaña rusa. Los vaivenes de los candidatos al título se suceden. El suspense es constante. Con el VAR de por medio ya no digamos. En el Alfredo di Stéfano, en el vibrante pulso entre el Madrid y el Sevilla, la intriga fue propia del mejor Hitchcock.camisetas de futbol baratas Quién sabe si el trance más decisivo del campeonato. El partido discurría por el minuto 73 cuando los de Lopetegui lanzaron un córner. A Militão, en vuelo con Diego Carlos y de espaldas a la pelota, esta le rebotó en el brazo derecho, extendido. Nada dijo el árbitro. Salió en estampida Benzema, plantado a solas frente a Bono, que le anudó las piernas. Dos penaltis casi simultáneos que dilucidar. El juez dictó condena para el Madrid y Rakitic clavó el 1-2.




Minutos antes del acierto del croata, el Real había reclamado una mano de Jordán. Tan interpretable como cualquiera en estos tiempos en los que el fútbol depende casi tanto de las manos como de los pies. Tal es la colosal confusión. Cada jugada de estas es como tirar los dados. Hoy, todo depende de cómo le pegue el aire a un batallón arbitral que interpreta el engorroso y veleidoso reglamento según el día.


Real Madrid

RMA

2

-

2

SEV

Sevilla

Real Madrid

Courtois, Marcelo (Miguel Ortega Gutierrez, min. 65), Álvaro Odriozola, Nacho, Eder Militao, Modric (Marco Asensio, min. 65), Kroos, Casemiro, Federico Valverde, Vinicius Junior (Hazard, min. 78) y Benzema

Sevilla

Bounou, Marcos Acuña, Diego Carlos, Jesús Navas, Jules Koundé, Rakitic (Óliver Torres, min. 87), Fernando, Joan Jordán (Gudelj, min. 83), Suso (Óscar Rodríguez, min. 82), Lucas Ocampos (Luuk de Jong, min. 87) y Alejandro Gómez (Youssef En-Nesyri, min. 55)

Goles

0-1 min. 21: Fernando. 1-1 min. 66: Marco Asensio. 1-2 min. 77: Rakitic. 2-2 min. 93: Hazard.

Árbitro

Juan Martínez Munuera

Casemiro (min. 20), Suso (min. 55) y Gudelj (min. 84)

La extrema incertidumbre con esos penaltis de ida y vuelta no fue la última trama del partido. En el tiempo añadido un disparo de Kroos fue desviado por el talón izquierdo de Hazard y el Real rescató un punto. Insuficiente. Gobierna el Atlético, que tanto depende de sí mismo como en esta jornada el Madrid o hace unos días el Barça antes de su trompazo con el Granada. La Liga, el VAR, es una noria. Y lo fue este partido vibrante, con mejor Sevilla de inicio y mejor Madrid tras el intermedio.


Salió mandón el Sevilla, con un monocultivo del balón. Alrededor de la pelota, el Papu Gómez organizó una mesa redonda y los muchachos de Lopetegui de rondo en rondo. Cazaba moscas el Madrid, siempre a rebufo de un adversario sin un ariete de referencia, pero con mucho regimiento por delante del balón y permutas constantes. Otro rival con mucha armadura para el Real, aún convaleciente de su trance con los corsarios del Chelsea. Y no solo por Ramos y Mendy, de nuevo lesionados. De entrada, Zinedine Zidane no dio foco a Hazard, tan señalado por la jarana con su expandilla del Chelsea tras el derrape europeo.


Un par de maniobras de Benzema sirvieron de sonajero a los de Zidane. En la segunda, su cabezazo binguero a centro de Odriozola fue invalidado por el VAR. Al lateral vasco le pillaron en fuera de juego camisetas de futbol  por un pie. El no gol tuvo un efecto imprevisto. El Sevilla notó más la sacudida que el Madrid. Un paso atrás de los visitantes, equipo acordeón que suma pelotones al ataque y en defensa.



El cuadro hispalense perdió algo de hilo con el Papu, con Suso. O sea, con la pelota. Justo entonces, cuando ya se agitaba el Madrid, llegó el gol de Fernando. Tras una falta de Casemiro a Suso, el gaditano activó a Navas. El centro del capitán lo descolgó de maravilla Rakitic, que en la selvática área de Courtois advirtió a Fernando por una rendija. El brasileño sentó a Casemiro y anotó con un zurdazo.


Poco vértigo y la huella de Kroos

Un doble golpe para el Madrid, que pasó de festejar antes de tiempo el tanto de Benzema a asumir sin remedio el emboque de Fernando. En ventaja, el Sevilla fue menos expansivo. En desventaja, algo mejor se vertebró el Real con la pelota, pero más para el trasteo que para dar la puntilla. Demasiados jugadores blancos adictos a reclamar el balón al pie. Poco vértigo. Ya no había réplicas ofensivas de los de Nervión y las locales se cerraban sin grandes sobresaltos para Bono.


De regreso del descanso, otro Madrid. Un conjunto con más volumen, otro ritmo. Empeño suficiente para bloquear al Sevilla en la periferia de Bono. Lopetegui intervino sin demora. Su equipo, tan gobernante al principio ahora precisaba un estirón. Un corneta. En-Nesyri, futbolista potente y veloz, como bandera para dar salida al equipo. Antes de que pudiera surtir efecto se anticipó Asensio. Kroos acababa de citar a Vinicius con el gol tras una trenza con Modric. Hasta entonces la noche no había dejado muchas pisadas de Kroos, pero a jugadores así les basta un parpadeo. Lo tuvo el germano, que convocó a Asensio dentro del área. Tan geométrica es la zurda del balear que no necesitó acomodar el balón para reventar la red de Bono.



El segundo tiempo era del Madrid comprar camisetas de futbol baratas. Demasiado achicado el Sevilla, a golpe de tambor los locales, ya hasta con Hazard mediante. Llegó la doble jugada crucial y chasco para el Real. La última pincelada de Kroos quizá no sea suficiente para los de ZZ. Pero en esta Liga nadie está a salvo de cualquier incidencia. El carrusel es constante.

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